jueves, 25 de junio de 2015

Zapping: La costumbre más vieja del mundo


Con la típica tecnosoberbia que nos caracteriza, de creer que todo se inventó ahora, incluso las cosas malas y sus daños colaterales, creemos, encandilados por la portentosa ola -en realidad más tsunami que ola-, de medios electrónicos que nos envuelve, que el zapping es una acción exclusiva de esta época, pero no es así. Es más, creemos, ignorancia y distracción de por medio, que se trata de algo inferior, negativo, un mal necesario, pero tampoco esto es así. El zapping está y estuvo siempre en nuestra mente, desde antes que el fuego, el arado y el control remoto. Alberto Ure, a quien el árbol electrónico no le impidió ver el bosque, lo deja claro como el agua en este párrafo:

"Hace poco veía en televisión las críticas a la televisión de un ex-comisario político. Se lamentaba de que el zapping había anulado el montaje, porque ahora nadie seguía todo el desarrollo dramático del Potemkin, sino que se escapaba para ver el programa de cocina del Discovery cada dos minutos. ¿Pero es que alguien, además de Eisenstein, lo siguió alguna vez todo tal cual está hecho? ¿Acaso en un cine semicongelado de Moscú en el milnovecientos veintipico otro vio toda la película sin pensar en otra cosa? El placer estético funcionó siempre como un zapping sobre el objeto, porque toda obra de arte es siempre una obra abierta, pero no se sabe a que, ni que recombinación secreta hace el receptor para seguir disfrutándola".

Alberto Ure (director de teatro)
En su nota Un espectador cínico, incluida en el dossier El enigma del receptor ¿Quien es el público?.
Suplemento Cultura y Nación del Diario Clarín de Argentina, del jueves 19 de enero de 1995.

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