El cuento de los cuatro ciegos (u hombres en una habitación oscura) y el elefante, aparece en muchas versiones y en varias culturas, así que no se trata aquí de presentarlo como si fuera algo hermético o novedoso. Lo que me interesa es llevar el análisis y las reflexiones sobre el cuento un poco más allá de su final.
Antes se los resumo: hay cuatro ciegos a los que se les permite tocar un elefante una sola vez en una sola parte, para que a continuación comenten entre ellos qué creen que han tocado. Para sorpresa de los cuatro, sus versiones no coinciden en absoluto. El que tocó la pata dice que se trata de una mesa; el que tocó el cuerpo dice que es una pared; el que tocó un colmillo dice que se trata de un arma blanca y el que tocó la trompa dice que es una manguera. Las cosas que dicen que es el elefante varían según las versiones, lo mismo que, irónicamente, las interpretaciones originales, según vengan del jainismo, sufismo, budismo, hinduismo u otros ismos. Acá me quedo con la siguiente, por supuesto parcial e interesada, dirigida al contexto de este blog: ninguno de los cuatro hombres tiene acopiada suficiente información para saber exactamente qué es lo que ha tocado.
Ahora vayamos un paso al más allá del cuento. Un señor con visor infrarrojo entra al cuarto y les propone que combinen la información que obtuvo cada uno para saber con más precisión qué es lo que han tocado. Los cuatro señores aceptan, pero no llegan a nada que se aproxime decentemente a lo que llamamos elefante. Entonces el señor del visor les permite que toquen al intrigado y paciente paquidermo en un segundo lugar. Después de hacerlo esto es lo que interpreta cada uno (usemos como nombre para cada uno lo que interpretaron inicialmente)
Señor Pata de Mesa (ahora tocó una segunda pata): "¿Dos patas? Se confirma lo que dije antes, es una mesa".
Señor Arma Blanca (ahora tocó un segundo colmillo): "Es un arma más letal de lo que pensaba".
Señor Manguera (ahora tocó la trompa con más detalle y en toda su extensión): "Tengo que descartar la teoría de la manguera. Me inclino por un modelo más fálico".
Señor Pared (ahora se encontró con la oreja, a la que imagina como ala, tal vez pensando en Dumbo): "Más que ante una pared, estamos en presencia de un ave gigantesca, tal vez una quimera voladora, un dragón, un pájaro prehistórico".
Señor Arma Blanca (ahora tocó un segundo colmillo): "Es un arma más letal de lo que pensaba".
Señor Manguera (ahora tocó la trompa con más detalle y en toda su extensión): "Tengo que descartar la teoría de la manguera. Me inclino por un modelo más fálico".
Señor Pared (ahora se encontró con la oreja, a la que imagina como ala, tal vez pensando en Dumbo): "Más que ante una pared, estamos en presencia de un ave gigantesca, tal vez una quimera voladora, un dragón, un pájaro prehistórico".
Al margen de que los cuatro muestran claras señales de fundamentalismo o dogmatismo (ninguno inicia sus afirmaciones diciendo "Para mí..."), ahora individualmente o en conjunto, si siguen siendo colaborativos, están más cerca de saber de qué se trata. Incluso dos de ellos introducen conceptos vinculados a animales, lo que es un gran avance, al margen que todavía le están pifiando bastante. Tal vez si se les da una tercera oportunidad, el Señor Arma Blanca toque la trompa y su modelo fálico devenga en alguna clase de animal con cuernos, todavía quimérico, pero ya sería algo. Tal vez el Señor Pata de Mesa toque la cola y su mesa pase a ser algún animal cercano a los mamíferos. Tal vez el Señor Manguera, al tocar los colmillos, por propiedad conmutativa con respecto a lo que tocó el Señor Arma Blanca, coincida con este en la versión quimérica. Ahora estaríamos más encaminados, los cuatro rumbo a la versión bestia vivita y coleando.
La tan elemental como obvia y rústica moraleja de todo esto es que queda a la vista la importancia de la adquisición de datos y lo recomendable del espíritu de equipo en la ciencia... y más acá.
Por ejemplo, las cuatro patas del elefante podrían ser las cuatro fuerzas fundamentales de la naturaleza: gravedad, electromagnetismo, interacción nuclear fuerte e interacción nuclear débil. Y el ciego sería Einstein, quien en búsca de la unificación de fuerzas, estaba en principio condenado al fracaso, porque le faltaban dos "patas" (las interacciones fuerte y débil).
A la inversa, el éxito gigantesco de Kepler, al enunciar su primera ley del movimiento planetario ("los planetas se mueven en órbitas elípticas en uno de cuyos focos está el sol") se basó en la enorme cantidad de observaciones pretelescópicas, pero de una precisión sin precedentes, de las posiciones de Marte a cargo de Tycho Brahe.
Todo esto, no se si ya lo sabían, nos involucra a todos: a mí, a vos, a todos. Me pregunto si cada uno de nosotros se puede jactar de tener suficiente información de quien está frente a nosotros: padre, madre, hijo, hermano, pareja, vecino, presidente, perro, gato, canario. ¿Habremos "tocado" al amor de nuestra vida en suficientes lugares y con suficiente comprensión y profundidad como para saber con quien estamos? Y viceversa: ¿hemos dado a esa persona información veraz o la hemos falseado, manipulado como cretinos, entregándole información precisa o vaga?
¿Sabemos si el amor que entró a nuestra vida ayer, el año pasado o hace dos décadas es un "elefante" y no una "mesa"?...
Que buena reflexión, no se si el amor de mi vida es quien siempre he creído y si para el -si me conociese realmente- siguiera siendo el suyo amor de su vida.
ResponderEliminarGracias por ponerme a pensar
Saludos
Gracias por tu comentario. Y no, no podemos saber ni una cosa ni la otra, pero es parte del costo de esa maravillosa conexón entre dos personas a la que llamamos amor.
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