El escritor Evgenij Zamiatin (1884-1937) nació en la Rusia de los zares. En 1921 publicó
Nosotros, la madre de muchas de las distopías -o anti utopías- que serían gestadas después, especialmente
Un mundo feliz (1932) de Aldous Huxley (1894-1963) y
1984 (1948) de George Orwell (1903-1950).
Sus primeros escritos fueron prohibidos por la censura zarista. No sería el único choque contra el sistema vigente. Allá por la más que agitada década del treinta, gracias a la intervención del escritor Máximo Gorki, Stalin le permitió salir de la Unión soviética en lugar de despacharlo para el lado de Siberia o algo peor. Entonces se exilió en París, donde finalmente murió en 1937.
En su ensayo
Tengo miedo se lee este párrafo:
"La literatura verdadera sólo puede existir donde es creada, no por oficiales diligentes y de confianza sino por dementes, ermitaños, herejes, soñadores, rebeldes y escépticos"
Coincido con Zam, por eso mi primer impulso era citarlo parafraseándolo, pero no quise tocar el texto original y arriesgar un cambio en la idea, ni siquiera mínimo. No quise justamente cometer la herejía de parafrasear a Zamiatin, o mejor expresado: suelo cometer herejías con textos ajenos, pero hacerlo contra otro hereje, y encima de la talla de Zam, que escribió lo que escribió, y pasó las que pasó, me da como cosa, así que me extiendo sobre lo que dijo sin tocar sus palabras:
Soy pretencioso y ambicioso con respecto al alcance que se le puede atribuir a la condición de veracidad en la literatura. Para mí lo que dice Zam trasciende ese género, y abarca todo el espectro de los medios de expresión, de las artes, de las ideas: cine, teatro, cuento, novela, pintura, graffitis, escultura y sigue la lista.
En fin, todo lo que empieza con ideas y lápices -y cuando digo lápices quiero decir también plumas, pinceles, teclados, mouses, cinceles, micrófonos, dedos entintados (y a veces ensangrentados)- va por un camino que se bifurca, y uno puede tomar para el lado genuino, el que dice Zam, o para el lado de los tomates. Yo prefiero el primero, mis ideas y lápices van por ahí. Y cuando estoy del otro lado del mostrador y soy el público, también. Leo, veo y escucho la obra de dementes, ermitaños, herejes, soñadores, rebeldes y escépticos.
Si están interesados en
Nosotros, la historia ha sido publicada en Buenos Aires por editorial Miluno, con traducción de Irina Bogdaschevski. Si yo me enteré de esto es porque salió un artículo, escrito por Andrés Hax, en la
Revista ñ, del diario
Clarín, del sábado 3 de julio de 2010. De allí tomé la frase de Zamiatin, que no conocía, porque no he leído el ensayo citado.
Hay un excelente e informativo artículo en línea sobre Zamiatin y
Nosotros en el diario La Nación, que fue publicado en el viejo suplemento
Cultura, el 12 de setiembre de 2004 bajo el título
El padre de Gran Hermano. Pertenece a Fabrizio Dragosei, con traducción de Hugo Beccacece. Y los derechos de
Corriere della Sera y
La Nación.
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