Napoleón en su despacho de las Tullerías, Jacques-Louis David, 1812
Por José Alejandro Tropea
"Un matemático puede decir lo que se le ocurra, pero el físico debe estar por lo menos parcialmente cuerdo."
Josiah Willard Gibss (1839-1903). Físico estadounidense.
En otras palabras, un matemático puede desfilar sin consecuencias por este valle de risas y lágrimas creyendo ser Napoleón, con una mano atrás y la otra adelante, a la altura del ombligo, discretamente oculta bajo la ropa. Un físico también puede creerse Napoleón, pero solo en las horas de la noche.
La historia con los matemáticos
Bernhard Riemann, parafraseando a Bonaparte, ex alumno de Laplace y acompañado por Fourier durante su campaña en Egipto, bien pudo decir: "Alumnos, desde lo alto de la torre de esta universidad veintitrés siglos de geometría euclidiana os contemplan..." y continuar "...pero a mí se me da la gana afirmar que por un punto exterior a una recta dada no se puede trazar ninguna paralela", dando a luz así a la geometría elíptica, una geometría freak, borgeana, pero tan señora geometría como la euclidiana.
O bien pudieron decir, Gauss, Lobachevski y Bolyai, para reafirmar su libertad de ser locos de tiempo completo y provocando un revuelo en el siquiátrico académico: "A mí se me hace que por un punto exterior a una recta dada se pueden trazar infinitas paralelas, he dicho" y fundar así la geometría hiperbólica, un "engendro", "una quimera", pero de nuevo una geometría tan legítima como la euclidiana.
Y si de locos de remate se trata, nos quedamos con Georg Cantor. El matemático que domesticó la más salvaje y portentosa de las bestias: el infinito. Antes de Cantor, y parafraseando a Orwell en "Rebelión en la granja", un cartel dos veces milenario decía "Todos los infinitos son iguales", después de Cantor quedó "Todos los infinitos son iguales, pero algunos son más iguales que otros". ¡Afirmar que hay infinitos más grandes que otros, que el de los números reales es mayor que el de los naturales! Eso sí que es una muestra de locura sin precedentes. Y sin embargo... se demuestra.
Otra es la historia con los físicos
Los asombrosos postulados de la relatividad especial no hubieran sido lo exitosos que son si la naturaleza no los avalara con su comportamiento, y eso, el físico, que se cree Napoleón de noche, lo sabe de día. Mientras al matemático se le dió la gana embestir contra Euclides sin rendirle cuentas a nadie, partiendo arbitrariamente de la nada, de cero, fijando sus propias leyes primigenias, Einstein debió partir del empecinado comportamiento invariable de la velocidad de la luz, del fracaso estrepitoso del experimento de Michelson & Morley, de la exasperante inexistencia del éter. Y si no hubiera sido él, hubiera sido otro, u otro, u otro, pero siempre dentro de un esquema de parcial cordura, de obligada coherencia entre lo loco postulado y el modus operandi de la naturaleza.
Niels Bohr, al finalizar la larga noche, en una luminosa mañana de principios del siglo veinte, apoyado firmemente en la evidencia física, cuerdo a medias, esto es, no desde la nada sino desde la evidencia experimental acumulada, cuantizó la energía de las órbitas de los electrones en el átomo. A medias enloquecido convirtió las órbitas en orbitales.
Werner Heisenberg, en otro glorioso amanecer, con las dos manos adelante, sin la pose napoleónica, pero con el sombrero bonapartiano en su lugar, le puso un límite intrínseco infranqueable a nuestra insaciable sed de conocimiento, a nuestra esperanza de certeza en las mediciones: proclamó un asombroso principio de incertidumbre. Y no enunció lo que enunció porque se le dió la gana, sino porque ya no tenía salida, sin escapatoria ante la evidencia, a medias enloquecido, pero sin faltarle el respeto al mundo físico, dijo algo así como que "si conocemos con exactitud la velocidad de un electrón entonces no tenemos ni la más remota idea de cuál es su ubicación en este bendito y extraño universo". En fin, nos dice que podemos seguir descorriendo el velo que cubre los secretos de la naturaleza, peo hasta ahí nomás.
Así que si vas a dedicarte a alguna de esas dos fascinantes actividades, en tu decisión debe pesar el hecho de que si vas a buscar nueva matemática podrás darle rienda suelta a toda tu arbitraria locura en el intento, pero si vas a buscar nueva física, una dosis de cordura será necesaria y recomendable, y lo que propongas, sea principio, ley, paradigma o teoría, deberá respetar las leyes y decretos de la naturaleza, deberá ser capaz de interpretar, describir, predecir... así gozarás de salidas diurnas del siquiátrico académico, para llevar al mundo las buenas nuevas de esta ciencia.
No hay comentarios :
Publicar un comentario